El mes de julio pasado ha sido el más caluroso desde que se tienen registros meteorológicos; agosto también ha mostrado dos olas de calor máximas. Sin embargo, aún se oye, entre la gente del rural más alejada de los planteamientos ecologistas, el comentario tradicional del calor del verano: “¡como toda la vida!”.
También hay quien reconoce que las cosas no son como las de antes porque no llueve lo mismo, pero aún se resiste al cambio inevitable y sigue anclado en el marco de interpretación que vamos a denominar del regadío. Si no llueve, no queda otra que regar los cultivos porque la producción hay que mantenerla.