Este es el título de un libro del economista social Joan Ramon Sanchis Palacio, catedrático de la Universidad de Valencia, publicado en 2016 por El Viejo Topo. Ya hemos mencionado a este investigador en otras entradas porque fue el perito que asesoró a la extinta Plataforma Queremos nuestra Caja en la defensa de la Caja Rural de Mota del Cuervo (luego entregada a Globalcaja por el Banco de España). (Véase al respecto: http://www.dialogodesaberes.com/2020/12/presentacion-y-debate-del-libro-sobre-la-caja-rural-de-mota-del-cuervo-iii/).
En este libro, además de ir aportando datos económicos sobre la situación de la banca en España respecto de otros países europeos, realiza una reflexión entre la función de la banca y el bien común ante la evidencia ya probada de la gran corrupción de la banca privada en nuestro país. Seleccionamos algunos fragmentos de la reflexión de este investigador, a veces no de forma literal para entrelazar mejor las distintas ideas:
Parece lógico… que surjan dudas razonables sobre el mal comportamiento de los bancos y sobre cuál es realmente la función que están desempeñando en la actualidad estas instituciones que tanto poder acumulan… Incluso hay quien cuestiona su existencia, teniendo en cuenta que con su actividad de captación del ahorro y prestación de fondos para la inversión, están creando dinero ficticio, favoreciendo así la especulación… Los bancos han de ser entendidos como un instrumento, una herramienta al servicio de las personas y, si se usan correctamente, pueden ser de gran utilidad para la sociedad. El dilema no reside, por tanto, en si debería haber bancos o no sino en cómo deberían funcionar los bancos, cuál ha de ser su naturaleza (p. 12-13).
Para ello, los sistemas bancarios necesitan de un cambio disruptivo; se impone una revolución bancaria que suponga un cambio radical en la manera de hacer banca en el mundo… Y esta revolución ha de estar liderada por la sociedad civil a través de las finanzas éticas y solidarias; este es el enfoque que ha de impregnar el funcionamiento de cualquier banco; máxime teniendo en cuenta que la reforma del sistema financiero internacional prometido tras la crisis de 2008 no se ha llevado a cabo y, en el caso español, el FROB ha optado por la desaparición de una parte considerable de la banca social [un ejemplo ya lo hemos mencionado más arriba con la desaparición de la Caja Rural de Mota del Cuervo] y el aumento del poder de la gran banca convencional (p. 14 y 16).
Cada vez hay más personas que se interesan por una banca más social y ética, que a la hora de decidir en qué banco depositar sus ahorros y domiciliar su nómina se plantean qué uso va a hacer el banco de su dinero. Este cambio de actitud ante la banca es el motor de una revolución financiera silenciosa. Un consumidor bancario socialmente responsable puede contribuir a cambiar el poder de los grandes bancos y a construir un nuevo modelo de banca ética. Cuantos más seamos, más rápido será el cambio (p. 17).
La supervivencia de un banco depende de su capacidad de gestión y no de su volumen de capital, como hemos visto durante los años de la crisis de 2008 y la mala gestión del Banco de España en la supervisión de las cajas de ahorro. Las medidas que verdaderamente pueden reducir el riesgo de las crisis bancarias son la implantación de un gobierno corporativo con códigos de conducta éticos y transparentes y la profesionalización y, por tanto, despolitización de los mecanismos de supervisión y regulación de los bancos, dotándolos de los recursos materiales y humanos suficientes para acometer sus funciones con criterios de independencia política y de solvencia profesional. No parece que estas sean las prioridades de la Unión Europea ni de sus Estados miembros (p. 29).
No necesitamos bancos grandes y poderosos, necesitamos bancos al servicio de las personas y bancos responsables. Si el crecimiento económico se consigue a través de la especulación y de las desigualdades, que es lo que está sucediendo, además de beneficiar solamente a los más adinerados y seguir hundiendo a los más pobres, estaremos preparando las bases para una nueva crisis económica y social. España es un caso clarísimo de oligarquía financiera y obsesión por la dimensión. El poder del mercado de la banca convencional ha ganado poder en los últimos años, del 45% ha pasado al 90% en la actualidad (p. 87 y 91).
Sin embargo, los bancos socialmente responsables son bancos al servicio de la Economía del Bien Común. Un ejemplo de ellos han sido los bancos comunitarios, entre los que se encuentran las cooperativas de crédito y cajas rurales, en peligro de desaparición en España. Con la reducción de estos bancos comunitarios, desaparece también la posibilidad de crédito y servicios accesibles a la ciudadanía y a las pequeñas empresas, así como la desaparición de obra social que tanto ha beneficiado a los municipios y ciudades donde se ubicaban.
El mundo necesita de los bancos para progresar y desarrollarse económica y socialmente, pero no cualquier tipo de banco de los bancos convencionales tal y como funcionan en la actualidad. La sociedad precisa una banca ética y solidaria, de proximidad a la economía productiva local, dispuesta a atender las necesidades reales de las personas. Para ello, es necesario también mejorar la cultura financiera de los ciudadanos, diseñar un programa de culturización enfocada hacia dos niveles diferentes: el escolar, para iniciar a los estudiantes de Enseñanza Secundaria en los temas financieros y económicos; y el de adultos para informar y formar a las personas adultas en los conocimientos básicos en materia financiera y económica. Así podemos conseguir formar ciudadanos críticos y capacitados para discernir según qué tipos de bancos y tomar sus decisiones de manera reflexiva. El objetivo es conseguir que la ética se convierta en el modo de operar del conjunto del sistema financiero y bancario mundial, mediante un proceso liderado por la sociedad civil, estructurado en tres fases diferentes: Conocimiento, Conciencia y Consumo financiero. Son las tres Ces de la revolución silenciosa de las finanzas éticas y solidarias (p. 209-210).
Desde luego que la ética hay que recuperarla en el mundo financiero. Los bancos tienen que estar al servicio de las personas, y no al contrario.