En el coloquio de este verano, organizado por la Plataforma Pueblo sostenible, de Mota del Cuervo, y la cooperativa La Entreverá, de la Mancha, con sede en San Clemente, queríamos recoger las impresiones tras el confinamiento de estos meses, pero también debatir sobre qué futuro nos espera y cuál es el que realmente queremos para el mundo rural. Este año asistieron personas de otras organizaciones de Mota del Cuervo, como la asociación de mujeres y Cáritas. También asistió una persona activista de Los Hinojosos. Hacemos un resumen de las ideas más destacadas de las distintas intervenciones.
“Una constatación general tras la pandemia es que el sistema que tenemos actualmente hay que cambiarlo: simplemente para vivir, para respirar en este planeta. Si no lo cambiamos, esto se va a pique. Quizás los que estamos aquí no podemos hacer mucho, pero tenemos que empezar a reflexionar, ir tomando medidas en nuestra vida y también exigiendo que esto cambie. Como sociedad, cada vez hay más desigualdad, cada vez hay más ricos y super-ricos… Y, en esta pandemia, que hay gente que veremos que se va a empobrecer y lo va a pasar mal, hay gente que se ha seguido enriqueciendo. No podemos aceptar esto porque nos va a conducir a pasar hambre y luego hasta desaparecer como planeta”.
“La economía de los pueblos también tiene que cambiar. El ejemplo de las macrogranjas es evidente, producir y producir para las ciudades, y la basura se la quedan los pueblos. Con esos niveles de contaminación y de residuos no habrá ningún futuro en nuestros pueblos. Y luego con ello la reducción de los servicios de los pueblos, en beneficio de las ciudades. Así no interesa hacer un hospital en los pueblos, si no hay gente”.
“Yo creo que, como alternativas, tenemos que pensar en lograr crear cosas que los demás no tengan y podamos vender, y no a precios miserables. Se me ocurre la agricultura ecológica y, además, que le apetezca trabajar a una persona joven con su familia porque necesitamos que los jóvenes no se vayan de nuestros pueblos… Por ejemplo, que la aceituna fuera ecológica, que muchas veces sí que lo es, pero el problema es que luego se mezcla con la otra, y no la podemos vender como ecológica. Y estamos perdiendo oportunidades”.
“Se puede pensar que la gente joven no quiere trabajar, pero en realidad lo que rechazan son salarios que no les dan para vivir”. A esta idea otra persona indica que hoy sí que se puede vivir del campo, por ejemplo, de la huerta (el caso de una familia que ella conoce), trabajándola bien varios meses se puede vivir el resto del año porque ellos hacen todo el proceso, incluso la venta, no tienen intermediarios. Pero el problema es que no hay jóvenes que quieran hacer esto, implica trabajar muchas horas.
“En mi casa sucedía lo mismo como dice esta mujer. Mi padre sembraba melones, tomates… teníamos treinta o cuarenta higueras (los higos los vendía yo, si no, los guardábamos con harina para venderlos luego), alcachofas… Y la verdad es que comíamos, y luego teníamos unas pocas uvas que las pagaban bien. Pero ahora eso no da para vivir”.
“Que no den hoy para vivir estos productos habría que verlo. El problema es si queremos los de los supermercados o estamos dispuestos a pagar un poco más por un buen producto, y sobre todo a cultivarlo. A la mayoría de los que estamos aquí, aun siendo de pueblo, se nos ha dicho que el campo era lo último para hacer, lo primero era estudiar e irnos fuera. Le hemos quitado valor nosotros mismos y se ha quedado como una cosa residual. Y luego el sistema capitalista que nos han impuesto ha hecho que en el campo ahora sea todo monocultivo… Pero la agricultura tiene que respetar la tierra; el modelo de la agricultura industrial es kilos, kilos y aunque no se venda, y a base de agua, justo en una zona que no tenemos”.
Sobre esta idea de la necesidad de cultivar nuevos productos, una persona sugiere como idea el azafrán. Por qué no intentar su cultivo. Pedro, de La Entreverá, explica que “sí se está introduciendo su cultivo en otras zonas de La Mancha, incluso se está mecanizando su recogida. La venta suele ir a la exportación. Lo que ha desaparecido es el cultivo familiar, para el gasto familiar, como se hacía antes. Lo ecológico es difícil que pueda subsistir si no es a través de cooperativas. Nosotros llevamos unos cinco años vendiendo productos ecológicos, ponemos en contacto a los productores de nuestra cooperativa con los consumidores que quieren comer sano. Pero, por nuestra experiencia, además de cultivar en ecológico, hay que añadir la transformación. La aceituna que llevas a la almazara luego tendría que salir ya embotellada, así tendría ya un valor añadido y el precio se incrementa. Otros ejemplos, serían conservas… La agricultura ecológica tiene futuro, pero dentro de las cooperativas. Solo así se puede incrementar el precio del producto, para poder subir el salario de los socios y/o trabajadores. Actualmente, parte de la economía de nuestros pueblos está basada en el sueldo barato de los emigrantes, a los que explotamos porque no se les paga lo mismo. A este modelo económico le tenemos que poner coto, porque la pandemia es un ejemplo evidente de nuestras ansias de deforestar, de explotar la tierra al máximo”.
Otra persona puntualiza que estas cooperativas tienen que ser “horizontales”, más democráticas, no “verticales”, como son ahora las que tenemos, del vino, ajos…
“El problema de la agricultura es también que desde el Estado no se ha aportado nada. Hoy hay multitud de pueblos, totalmente abandonados, de menos de cien habitantes y la mayoría mayores, que no van a salir adelante. Sería necesaria una respuesta estatal que apueste por reflotar esta economía”.
Otra persona relaciona lo dicho con el tema de la educación: “Antes además de estudiar íbamos a cortar ajos… Todas esas ideas de nuevos cultivos tienen que venir de los jóvenes. A veces, vemos que la generación de los treinta años no está madura, muchos no quieren trabajar, menos en el trabajo duro del campo”. “Sobre esta misma idea, tendríamos que aprender de nuestros padres, por ejemplo, el amor al trabajo. La palabra sacrificio hoy no se valora. Cuando a la generación actual le toque mover la maquinaria productiva, qué podremos esperar…”
“Todos los que estamos aquí hemos estudiado y hemos trabajado. Pero hoy en verano, los jóvenes están todo el día a su aire, con el móvil y la tecnología. El problema es también de los padres”. “Nuestros jóvenes viven de noche. Se activan a las 2:30 y luego no llegan a casa hasta la madrugada. ¿Quién va a tener gana de ir al campo con estos horarios?” “Lo hemos permitido nosotros”.
“Yo quiero que mis hijos estudien, pero que no vivan de espaldas a su pueblo, que no sean tan individualistas. También, como se dice ahora, tenemos que “empoderarnos”. Como personas tenemos capacidad para actuar, no toda la que queremos, pero tenemos algo. ¿Y yo qué puedo hacer? A nivel de la educación de los hijos, a nivel de repensar el campo, a nivel de mejorar el mundo rural…”.
“Cuando era pequeña en mi país, recuerdo que teníamos en la escuela primaria una clase de agricultura, con un huerto. Hoy esto se ha perdido en la escuela, en la ciudad esto no es posible, pero sí en los pueblos. Hoy los niños y jóvenes del rural están totalmente alejados de la agricultura porque se les da la oportunidad de una manera práctica”.
“Al hilo de esta idea, lo que hay que conseguir es que el equipo directivo de los colegios y algunos maestros se impliquen. Se conocen propuestas de huertos escolares, pero no han salido adelante, incluso saliéndoles gratis. Tenemos que conseguir que el profesorado se implique en estas iniciativas, si no, no tendremos agricultores jóvenes”. “Las Ampas se pueden implicar también en esto más. En el horario lectivo puede no ser posible, pero sí como actividades extraescolares”. Otra persona considera que este tipo de conocimiento práctico tenía que introducirse ya desde los tres años, desde la guardería”.
“La educación de la infancia y la juventud en los pueblos no puede ser la misma que la de la ciudad. En educación medioambiental, no hay nada en este pueblo. Sí que hay deporte y música (recuerda otra persona), pero la educación ambiental es fundamental para repensar el futuro económico del pueblo. Si los jóvenes solo ven tractor y fumigación de cultivos, es lo que harán como agricultores después. No serán creativos en su forma de cultivar”.
“Pero para eso hay que tener gente que compre esos productos ecológicos, que se pueda pagar más por ellos, para poder vivir un poco mejor. No solo comprarlos en el supermercado”.
“Otro aspecto importante es fomentar la reutilización de los productos, el arreglo de las cosas, para evitar tanto consumismo y tanta basura. Con ello, tampoco necesitaríamos tanto dinero para vivir… En cuanto a ideas nuevas que necesitamos, hay algún pueblo ahora que se está organizando para contactar a la gente que vende casas con los que quieran volverse al pueblo desde la ciudad”.
“Frente al colapso que se nos viene, no solo por la covid, sino por el colapso medioambiental y el deterioro de la economía capitalista, no hay duda que la vida en los pueblos es más resistente. Mucha gente en las ciudades lo va a pasar mucho peor que aquí”. “Sí que es verdad que hay gente que empieza a pensar en la marcha de las ciudades al campo, pero esta gente suele buscar los pueblos más dinámicos socialmente: pueblos con cooperativas más horizontales, con iniciativas socioculturales, con modelos educativos novedosos; hay colegios en las ciudades que tienen huertos desde hace años, con modelos como Montessori, y aquí no. Dinamizar los pueblos es una forma también de atraer a gente de las ciudades”.
“Por esta razón, queríamos contactar con las diversas asociaciones del pueblo para hacer alguna actividad conjunta; somos grupos distintos, pero a lo mejor podíamos crear sinergias para realizar acciones concretas en el tema medioambiental y socioeconómico, que mejore la vida del pueblo. Sobre todo, teniendo en cuenta las posibles consecuencias de la pandemia en los próximos años. En las ciudades es evidente que hay gente que va a perder el trabajo cuando se acaben los Ertes, pero quizás también suceda en los pueblos, sobre todo en los que su agricultura dependa del monocultivo. Para estar preparados para la crisis económica, hay que introducir más variedades de cultivo, otras formas de cultivar más creativas…”.
“La crisis ya se está notando en algunas familias con esta pandemia. Se han quedado en seco sin trabajo e incluso han necesitado ayuda para alimentos. Desde Cáritas estamos visitando algunas casas del pueblo y vemos pobreza”.
“En el coloquio del año pasado, decidimos organizar iniciativas entre Pueblo sostenible y La Entreverá, que la pandemia ha impedido hacer, pero seguimos con la idea de un mercado con productores y artesanos si la pandemia lo permite este año. También surgió la idea de conocer mejor las lagunas y su importancia para la biodiversidad, informándonos también de lo que científicos de la zona están estudiando en nuestras lagunas. En otoño del 2019 logramos hacer varias actividades, con estos expertos, en las mismas lagunas para conocer su problemática, su biodiversidad de especies (las fotos siguientes son del verano de 2019):
En Navidad, plantamos bellotas en la zona de los molinos, para así concienciarnos todos, también al ayuntamiento, de la necesidad de reforestar con árboles autóctonos. Y, preocupados por la contaminación de plásticos, hemos realizado ya varias acciones de limpieza de caminos y parajes:
La última actividad ha sido este verano, acompañando a Global Nature en el anillamiento de aves:
Finalmente, otro de nuestros objetivoa ha sido conocer la nueva depuradora y todo lo relativo con la acequia madre y su cuidado medioambiental para conseguir que llegue el agua a la laguna lo más limpia posible (véase en este blog el artículo sobre esta acequia del investigador Máximo Florín).
“Sin embargo, todavía atraemos a poca gente del pueblo. Hay poco interés por la naturaleza”. El reto que queremos conseguir para este nuevo curso académico es realizar actividades con las escuelas y el instituto, e incluso también con la Universidad popular. Queremos que nuestros niños y jóvenes conozcan mejor la naturaleza de nuestros campos, de la sierra y las lagunas; y que la gente mayor vuelva a actualizar el conocimiento de las especies silvestres que se recogían en los campos. Y, con ello, concienciarnos todos más de la necesidad de acrecentar la biodiversidad. Como dicen los científicos, «la biodiversidad es la mejor vacuna contra la pandemia».
Las cestas de los productos ecológicos de La Entreverá. Si quieres pedirlas, entra en la web https://laentrevera.com/index.php?id_lang=1